La adolescencia puede ser compleja por la dificultad en la comunicación entre padres e hijo/s. No te pierdas estos 3 tipos de comunicación para lograr una mejor convivencia.
Esa transición entre la niñez y la juventud es la “adolescencia” y es una de las etapas más complejas del desarrollo humano por todos los cambios que suceden. Los 14 y 15 años suelen ser muy pesados, pero no todo está perdido. Aparte de que, eventualmente esta etapa concluirá, puedes identificar 3 tipos de comunicación con tu adolescente para lograr una convivencia más sana y llevadera.
Antonio Ríos es un médico psicoterapeuta que se especializa en terapia de familia, de pareja y adolescentes, y en una colaboración con Aprendemos Juntos 2030, comparte al público una serie de herramientas para afrontar la etapa de la adolescencia en los hijos.
Antonio plantea que hay tres modos de comunicarse con un adolescente.
En esta comunicación, tu adolescente decide hablar contigo; es totalmente voluntario y busca comunicar sus afectos, lo que le pasa.
Antonio hace hincapié en que estos momentos de comunicación suelen ser en los lugares y momentos menos adecuados y cuando te sientes más cansada/o. Sin embargo, lo mejor que puedes hacer es no cortar el hilo de comunicación.
En estos momentos de comunicación afectiva, lo que menos debe recibir tu adolescente es un interrogatorio, ni opiniones de lo que está diciendo. Una vez que tú intercedes, se corta ese instante comunicativo y por lo tanto tu adolescente se cierra por completo y ya no te cuenta nada. Mientras tu adolescente esté hablando, no le interrumpas.
Lo mejor que puedes decir son “abrepuertas”, que son pequeñas expresiones y palabras breves que sirven para seguir la conversación como “no me digas” “¿sí?” “qué impresión”, etc. Así hasta que terminen de hablar.
Este tipo de conversaciones no se pueden aplazar, pues son “ahora, aquí, en este momento y si no, ya no“, dice Antonio Ríos.
Y Ríos puntualiza que, si un adolescente habla con una madre o un padre que le escucha, volverá una y otra vez para seguir comunicando; claro, sólo cuando ellos quieren y lo que ellos quieren.
Recuerda, no puedes ni corregirles, ni decir que está mal lo que está diciendo. Cuando se da el caso en que tu adolescente dice algo que no te parece o no te gusta, no lo corrijas en ese momento; deberás abordarlo tranquilamente al siguiente día en una conversación pacífica donde podrás instruirlo y orientarlo.
Esta comunicación se da cuando los padres deciden y buscan comunicarse con su adolescente. Y, como ellos no son los que buscan la interacción, asumen un modo de resistencia pasiva donde literalmente “te soportan”. Aquí es donde usualmente recibes malas caras y un lenguaje corporal totalmente cerrado.
Para lograr con éxito la comunicación efectiva, deberás ser muy breve y muy conciso/a, de otra manera, tu adolescente se desconectará y no escuchará nada.
Otro punto relevante, es: no se debe avisar que sucederá este tipo de pláticas, deberán ser “espontáneas”.
Este tipo de comunicación no implica en el tema ni a los hijos ni a los padres. Son temas cotidianos y de gustos, como música, deportes, moda, hobbies, chisme del espectáculo, etc.
Antonio menciona que es la plática que más debe de haber en casa cuando se tiene un adolescente. Aparte, sirve para involucrarse en los intereses de tu hijo.
Está demostrado que los padres que mantienen una comunicación superficial con sus hijos adolescentes, al pasar a la juventud, se alcanzan conversaciones más profundas con ellos sin gran dificultad porque hay voluntad, confianza y fomentaste una buena interacción.
Estos son otros puntos relevantes que compartió Antonio Ríos que no debes perderte:
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Para finalizar, Ríos cometa que la mejor forma de educar es encontrar un buen balance y una buena mezcla entre el amor y la autoridad. Sin duda alguna, los adolescentes necesitan un figura adulta que contenga, porque así como da límites, también dan seguridad.
Sabemos que puede llegar a ser complejo interactuar y lograr una buena comunicación con tu adolescente, pero ten por seguro que por más que tu hijo te ignore, te necesita a su lado, aunque él no lo admita o ni siquiera lo sepa.
Ríos afirma que no se trata de establecer una educación muy estricta, sino de una educación contenida.
