Un nuevo estudio, dirigido por investigadores del Centro Oncológico MD Anderson, es el primero en demostrar un beneficio en la supervivencia de la terapia de protones para tratar el cáncer de cabeza y cuello.
El trabajo, publicado en The Lancet, demuestra un beneficio significativo en la supervivencia de los pacientes de cáncer orofaríngeo tratados con esa terapia en comparación con los tratados con radioterapia tradicional.
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Al respecto, el doctor Steven Frank, director ejecutivo de tecnología e innovación y subdirector de la división de programas estratégicos de Oncología Radioterápica señaló que esta es una evidencia importante y de primer nivel que demuestra que la terapia de protones ofrece beneficios tanto en la supervivencia como en la calidad de vida de estos pacientes y debería ser el tratamiento de referencia para los casos de cáncer orofaríngeo.
Los resultados demuestran las ventajas de la terapia de protones para pacientes de cáncer de cabeza y cuello y se podrían sentar las bases para una mayor accesibilidad para los pacientes que podrían beneficiarse.
Los cánceres orofaríngeos (cánceres de cabeza y cuello) se encuentran entre los más comúnmente tratados por terapia de protones debido a su proximidad a órganos y tejidos sensibles, lo que lo convierte en una buena opción para este tipo de ensayo Fase III aleatorizado y de gran tamaño.
La radioterapia tradicional o radioterapia de intensidad modulada utiliza fotones que atraviesan al cuerpo sin detenerse. Esto deja una dosis de radiación de entrada y de salida en zonas no diana y puede causar daños colaterales a los tejidos sanos.
Por su parte, la terapia de protones, también conocida como terapia de protones de intensidad modulada, tiene propiedades físicas y biológicas únicas que reducen la exposición a la radiación y el daño colateral a los tejidos normales.

En el estudio, los pacientes con cánceres orofaríngeos que recibieron terapia de protones tenían más probabilidades de estar vivos después de cinco años que los pacientes que recibieron radioterapia tradicional.
Así, en 440 pacientes con enfermedad en estadio III o IV que fueron tratados en múltiples sitios de protones en los Estados Unidos, la supervivencia general entre el grupo de protones fue del 90.9% a los cinco años en comparación con el 81% tratado con radiación tradicional, lo que fue una diferencia estadísticamente significativa.
Otras conclusiones clave de este estudio son que los pacientes tratados con protones tenían menos probabilidades de experimentar dificultad para tragar (34% a 49%), dependencia de la sonda de alimentación (26.8% a 40.2%), sequedad de boca (33% a 45%) o linfopenia grave (disminución de un tipo específico de glóbulo blanco) (76% a 89%) en comparación con la radioterapia tradicional.
Frank señaló que lo más importante que deben comprender los pacientes es que los ensayos demuestran que tanto la terapia de protones como la radioterapia tradicional son excelentes opciones de tratamiento.
Añade que los resultados indican un beneficio en la supervivencia de la terapia de protones en pacientes con cáncer orofaríngeo, así como una reducción de las toxicidades de alto grado durante el tratamiento y una menor dependencia de la sonda de alimentación.
Los resultados, junto con otros datos recientes, resaltan la importancia, dice el investigador, de seguir identificando qué pacientes tienen más probabilidades de beneficiarse de la terapia de protones, tanto a corto como a largo plazo.

Este es el mayor ensayo aleatorizado de fase III hasta la fecha que compara la terapia de protones con la radioterapia tradicional. El estudio aleatorizó a 440 pacientes en 21 centros de Estados Unidos, en los dos grupos del ensayo y los estratificó según su estado serológico respecto al VPH, su tabaquismo y si habían recibido quimioterapia de inducción.
El criterio principal de valoración del estudio de no inferioridad fue la tasa de supervivencia libre de progresión a tres años. Esta tasa fue del 82.5% con el grupo de protones y del 83% con el grupo tradicional, una diferencia que no fue estadísticamente significativa.
Las tasas de supervivencia libre de progresión a cinco años fueron del 81.3% con la terapia de protones y del 76.2% con la radioterapia.



